martes, 29 de abril de 2008

Siguiendo

Los rayos partian desde ese cerebro que estaba reposando en un sillon de mimbre. El sauce daba una sombra caracteristica de un verano que se va. Mis manos temblaban como siempre, apretando el lapiz sobre el papel, escribiendo la vida de un infeliz.

El perro se despertaba cada vez que una mosca molestaba sobre su nariz, y se dormia al instante, como si nada por aqui paso. Y la siesta pasaba de largo por la esquina de una casa abandonada. Esperé. Llegó la noche y vos no venias. Pasó la noche y no viniste. Pasó la vida y vos te fuiste.

Y el perro se dormia sin moscas.

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